Las actuales compañías más reputadas en materia de trabajo en remoto no lo hacen con una guía que les ayude, sino que son ellas las que están creando algunas de las mejores prácticas para trabajar, colaborar y comunicarse no solo de manera remota, sino entre distintas fronteras y zonas horarias también.

Aunque es fácil mirar a otros casos de éxito y tratar de replicar las mismas acciones,  enfocarse en el “primer principio” es preferible. Un ejemplo lo da la empresa Doist: cuando Slack se volvía popular en 2015, la compañía saltó en el tren como parte de la moda y comenzó a usar la aplicación, con el razonamiento de que si otras compañías lo usaban exitosamente, también debía funcionar para ellos.

Fue un error, pues la empresa trabajaba con distintos husos horarios y el enfoque en chat inmediato no era adecuado. Una aplicación que tomara en cuenta el ambiente a destiempo era mejor: el primer principio. En otras palabras, ir a la base del problema propio y buscar soluciones adecuadas para caso particular, no solo aquellas populares en la industria.

La comunicación asincrónica toma muchísimo protagonismo en estos casos porque le da la oportunidad  participar a todos los miembros de un equipo indistintamente sus horarios, y como beneficio adicional, promueve la transparencia.

Aunque las comunicaciones sincrónicas tienen un espacio útil incluso en equipos 100% remotos, una buena práctica es que al hacerlas siempre sean planeadas y nunca improvisadas. Esto le da a las personas la oportunidad de atender o comentar cualquier inquietud. Y si no, grabarlas también es ideal, pues permite a cualquier profesional volver a ella para poder obtener la información pertinente.

Remoto primero

Cualquier compañía con aspiraciones de armar un equipo remoto debe comprometerse al 100%. No se trata de “permitir” trabajo en remoto, sino de fomentarlo. En ambientes mixtos, con puestos remotos y presenciales, es importante que aquellos profesionales remotos no caigan “al fondo de la jerarquía”, un error que puede ser común. La mejor manera de nivelar ese balance es introduciendo prácticas donde decisiones y comunicaciones clave no ocurran solo en un contexto presencial, como una reunión o un comentario en la oficina, sino que se documenten apropiadamente mediante la herramienta disponible, de forma que todos puedan tener acceso a esa información.

La oficina ofrece ventajas como la de llamar a alguien rápidamente para una duda o conversación breve. Este efecto de inmediatez lleva un quiebre de documentación y puede perjudicar a aquellos que no están presente, por eso es importante que se documente cualquier decisión o comunicación. Todos deberían tener acceso a ella, esencialmente.

La filosofía “remoto primero” también aplica a la hora de buscar talento. Los profesionales capaces de trabajar en remoto tienen cualidades adicionales además de sus habilidades profesionales, como un alto grado de autonomía, buenas habilidades de comunicación escrita y la habilidad de balancear su vida profesional y personal sin “quemarse”. Tampoco se puede desestimar el factor de la confianza: al final, es un elemento indispensable para cualquier relación a distancia. Los profesionales deben evaluarse de acuerdo a sus resultados y no qué tantos comunicaciones digitales hacen, o qué tanto acceden los servidores (como lo hizo Marissa Mayer, CEO de Yahoo, en 2013).

Finalmente, es importante reconocer las desventajas que el trabajo remoto puede traer. Solo así realmente podemos enfrentarlas directamente y resolverlas. El sobretrabajo es una de las más comunes, pues a muchos profesionales les cuesta “desconectar” cuando trabajan desde casa. Implementar políticas para combatir esta realidad es importante, como también lo es para aquellos cuyo crecimiento puede verse afectado al carecer de un contacto constante y presencial con sus superiores. La soledad es el enemigo final que puede atacar, por lo que es indispensable que la comunicación constante sea la norma, donde se hagan reuniones semanales o mensuales para evaluar el bienestar mental de las personas.

No solo conociendo los beneficios, sino también las fallas, es cuando el trabajo en remoto puede convertirse en un modelo eficiente y viable.